Jorge Varela

Primer veredicto y consecuencias

Sobre los resultados de las recientes elecciones en Chile

Primer veredicto y consecuencias
Jorge Varela
18 de noviembre del 2025

 

Los chilenos han definido en una primera vuelta electoral quienes serán finalmente los dos postulantes a la presidencia del país austral, entre los cuales tendrán que decidir el próximo 14 de diciembre. Se trata de la militante comunista Jeannette Jara y del republicano José Antonio Kast. La primera representa al oficialismo de izquierda instalado en La Moneda, que cobija a los partidos Comunista, Frente Amplio, Socialista, Por la Democracia, Radical, Acción Humanista, Federación Regionalista Verde Social, Liberal; y al acompañante centrista Demócrata Cristiano. El segundo concitará, según se espera, el apoyo de los opositores de derecha clásica-tradicional (Partidos Renovación Nacional, Demócrata Independiente), la nueva derecha (Partidos Republicano, Social Cristiano, Nacional Libertario, más Evópoli) y eventualmente de centro-derecha (Partidos Demócratas y Amarillos por Chile).

Este primer veredicto, que fuera anticipado por las encuestadoras, será objeto de un segundo pronunciamiento ciudadano el próximo 14 de diciembre. En el curso de las siguientes semanas analistas y dirigentes de todos los sectores del espectro continuarán tejiendo interpretaciones acerca de las primeras secuelas de lo ocurrido y haciendo apuestas sobre lo que vendrá durante el período de repechaje. Avancemos algo.

 

El legado imaginario de la izquierda

Hablar de izquierdas yacentes o en reposo, no es lo mismo que decir que están muertas, descansando para siempre en el panteón del olvido. Un conocido político socialista, ex ministro concertacionista, preguntó hace pocos días qué era lo que ellos habían hecho mal. Si no fuera porque es necesario guardar algo de moderación y cordura, hasta donde es posible, la respuesta a su ingenuidad debiera ser fuerte y contundente. ¿Qué hicieron mal? Casi todo; antes y durante.

El país ha soportado un gobierno de izquierda radicalizada conducido por un grupo de inexpertos delirantes. Los escándalos acerca del mal manejo de los asuntos públicos entreverados con casos de corrupción, han sido la marca distintiva de una generación joven que accedió al poder en un clima de polarización política y social al que sus queridos ascendientes contribuyeron; atmósfera que aún no se ha disipado.

El político de la referencia parece haber olvidado que aún pertenece a aquella élite concertacionista que apadrinó a sobrinos y nietos engreídos surgidos desde la placidez de hogares sin carencias económicas, egresados de establecimientos corroídos por una visión post-marxista proveniente de raíces ideológicas en descomposición. 

La indolencia, para no utilizar el término inconsciencia, es de tal magnitud que estas ‘inocentes criaturitas’ del oficialismo incluso hablan debatido sobre el ‘legado’ que dejarían a una ciudadanía cansada del fracaso de Gabriel Boric, a pesar de los últimos esfuerzos de este colectivo de tíos y abuelos para eludir tanto descalabro conjunto.

 

La vieja estantería de derecha ha caído 

En el otro lado del campo político, el de las tres derechas, los efectos tampoco han sido mínimos. El futuro de la derecha histórica chilena se encuentra en zona de suspenso. Durante el curso de los últimos meses se anticipó por algunos comentaristas el descendente nivel de apoyo ciudadano que lograrían sus candidatos al parlamento y a la Presidencia de la República. No es la primera vez que su vieja estantería, casi vacía de ideas, tambalea y una parte de ella ha caído nuevamente con estrépito. Si ello fuere definitivo, no solo la izquierda tradicional –que sufre de dificultades parecidas– se regocijará; también la derecha republicana y la nacionalista emergente que han escalado posiciones a costa del anquilosamiento de dicho sector histórico aledaño: un sector –con escaso espesor y poder de seducción– comprometido con intereses que intentaron colocar escollos al nacimiento de energías políticas nacientes y que no ha podido entender plenamente lo que se jugaba y continuará jugándose en un mes más. 

La candidata Matthei se equivocó al designar a sus jefes de campaña; incluso sus decisiones estratégicas mostraron indicios claros de que allí no existían pilares para fundar un proyecto de avance real hacia el futuro. Nunca debió mostrarse en modo odioso y proyectarse como la encarnación de ese personaje altanero que le dice a los electores: yo o la hecatombe, nadie mejor que yo, nadie sino yo. Su último discurso de campaña es para registrarlo como aquel modelo de antidiscurso que precipita la estampida de inocentes desconocidos que terminan por sentirse culpables de haber sido testigos de tanto exceso de espíritu desnudo.

Ella debió presentir que con los mismos actores fomes y aburridos de siempre la democracia se pone lenta, -torpe-, y no entusiasma a los ciudadanos. Como ex-integrante de la famosa patrulla juvenil de antaño no advirtió que “el tiempo pasa y él nunca perdona”. 

 

De regreso a lo conservador

A través de la bruma se divisa un horizonte distinto. ¿Será lo conservador ese pasadizo olvidado y semioculto -rechazado por fanáticos de la revolución radical pintarrajeada de falso progreso identitario y por liberales temblorosos-, el que permitirá arribar a una fórmula singular de resolver las contradicciones y conflictos del tiempo próximo? La respuesta a esta cuestión se puede descifrar desde el ámbito doctrinario-valórico y también desde la perspectiva pragmática que inspirará y orientará el ejercicio de la acción política concreta en una determinada coyuntura histórica, como la que vendrá. 

El impulso de una alternativa humanista racional de derecha, fundada en el bien común, dispuesta a trabajar con voluntad y equilibrio en la aplicación eficaz de políticas y medidas oportunas que signifiquen la instauración de una fórmula inteligente -insólita- de buen gobierno nacional y de rectitud ética, podría avanzar por laberintos complejos donde muchos se han perdido y fracasado, convirtiendo –por fin– la esperanza social en realidad.

Jorge Varela
18 de noviembre del 2025

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