Manuel Gago
Reconociendo al historiador Waldemar Espinoza
Uno de los pocos que se atrevió a contar la verdad

Semanas atrás dejó de existir Waldemar Espinoza Soriano, respetado historiador cajamarquino, profesor de la huancaína Universidad Nacional del Centro (antes Universidad Comunal), vecino respetado de la llamada “ciudad incontrastable”, entre 1962 y 1975. Sus alumnos, amigos y lectores dan fe de su encomiable esfuerzo por contar la verdad de la historia, sin maquillajes y apartada de los mitos y leyendas difundidos con intención política.
“Los Andes, a mediados del siglo XV, era un verdadero mosaico. Había más de doscientos reinos y señoríos autónomos con una intensa vida internacional. Los reyes huancas se rindieron al Cuzco involuntariamente. Si es que se mantuvieron callados fue por temor. No fue afecto sino pavor al Cuzco”, escribió el historiador.
Siendo investigador en Sevilla (España), con acceso al Archivo General de Indias, Espinoza escudriñó documentos y halló crónicas desconocidas que dieron luces sobre la gravitante participación de los sometidos reinos preincaicos durante la conquista española. En Huancayo, siendo vicerrector de la UNCP, y con el apoyo de Enrique Chipoco Tovar –notable pero olvidado vecino huancaíno– publicó la primera edición del primer tomo de la Enciclopedia departamental de Junín (1973). La Enciclopedia contiene abundante y valiosa información conseguida durante sus cuatros años de permanencia en España y, asimismo, de numerosos textos de autores nacionales que refuerzan sus dichos.
Como era de esperar ciertos círculos académicos pusieron en tela de juicio algunas aseveraciones del historiador, también profesor de las universidades San Marcos, Federico Villareal y de otras instituciones académicas. Una de esas afirmaciones del historiador: “Se puede decir que la independencia del Perú fue un movimiento netamente criollo y, por tanto, antiindígena y anticampesino”.
La más confrontacional sugiere que “la llamada guerra de la independencia y época republicana del Perú, no fueron otra cosa que un retroceso para el habitante del valle del Mantaro. En el periodo virreinal, en mérito a los privilegios que les dispensaron y les respetaron los españoles vivieron en realidad en un ambiente de libertad. La independencia significó el comienzo de la dominación y dependencia para los huancas. Para ellos, su verdadera libertad fue conseguida en 1532, cuando rompieron el yugo que los ataba al Cuzco. Su etapa colonial la empezaron en 1821. Parece increíble pero es verdad”.
En mi novela El locutor tartamudo (ediciones Lancom 2023) –ambientada en Huancayo y el centro del país– utilizó pasajes históricos sustentados por Waldemar Espinoza. Hago del periodista Juan, el principal protagonista, y de sus acompañantes en la obra jóvenes universitarios interesados en la historia y la política. De Juan digo, en las primeras páginas, que lleva a todos lados un valioso libro de consulta: “El abultado maletín guarda el libro de historia que lee y relee sin saber cuándo llegará a las páginas finales”. Y, al final de mi novela “(Juan) levantando la entonación resume los privilegios que fue a reclamar a España Felipe Guacrapáucar (hijo de un curaca del centro del país), según el libro de Waldemar Espinoza que, como Biblia, guarda en su maletín”.
Si pues, la memoria ciudadana es demasiado frágil, maleable e injusta. Súmele a esa memoria endeble las falsedades repetidas con el fin de deformar la realidad. El resultado es lo que vemos: una ciudadanía desconcertada y creyente fiel de valores falsos.
Descanse en paz Waldemar Espinoza. Muchos, con justicia, se han ocupado de sus cualidades personales y profesionales además del inigualable mérito de contar la verdad aun cuando duela e incomode.
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