Piero Gayozzo

¿Aspirantes a fascistas? Respuesta a Martín Tanaka

La izquierda califica de “fascistas” a todos sus enemigos políticos

¿Aspirantes a fascistas? Respuesta a Martín Tanaka
Piero Gayozzo
24 de septiembre del 2025

 

Estas semanas se publicaron en El Comercio una serie de columnas tituladas “Aspirantes a fascistas” escritas por el politólogo Martín Tanaka. En estas tres columnas –hasta la publicación del presente texto– Tanaka:  I) dedica algunas líneas a la relación fascismo-populismo del trabajo del historiador argentino, Federico Finchelstein, II) comenta sobre el peligro contemporáneo que el fascismo representa; y III) ofrece su parecer sobre una posible amenaza fascista en Perú representada por Rafael López Aliaga.

En esta columna se comentarán algunas críticas que existen en la academia al marco teórico de Finchelstein, se rechazará la tesis de que el fascismo sea una amenaza contemporánea y se rechazará la idea de que Rafael López Aliaga sea la amenaza fascista en Perú. 

 

Parte 1. Populismo y fascismo

Luego de leer la columna es posible coincidir con Tanaka en que la obra de Finchelstein es criticable y, en efecto, no se trata de una muletilla propia de la academia según la cual toda idea es debatible, sino que el trabajo de Finchelstein sí tiene críticas. Por un lado, Finchelstein propone la existencia de un continuo entre populistas y fascistas, llegando a afirmar en su libro A Brief History Of Fascist Lies que “el populismo es fascismo adaptado a la democracia”. Por otro lado, Finchelstein reduce el fascismo a ciertas actitudes y no duda en denunciar la existencia de “aspirantes a fascistas” (de ahí el título de la columna de Tanaka). Define a estos nuevos sujetos políticos, entre los que enlista a Trump, Orban, Modi y Bukele, como sujetos que gravitan alrededor de los “estilos y conductas políticas de los fascistas”. Incluso, llega a afirmar de manera muy ligera que “no han desbloqueado su potencial genocida”. Naturalmente, ambas afirmaciones son falsas.

Por un lado, no todo populismo deviene necesariamente en fascismo. El populismo no es una forma suavizada o moderada de fascismo. El populismo y el fascismo no forman un continuo. Expertos en estudios del fascismo, como Roger Griffin, Roger Eatwell, Stanley Payne, Tamir Bar-On, confirman que el fascismo es una ideología propia con un corpus complejo que lo distingue de las otras familias políticas como el liberalismo, socialismo o conservadurismo. El populismo, de acuerdo a Cas Mudde, refiere a múltiples aproximaciones, estrategias comunicativas, ideología, estilo político, etc. En forma general se trata de una ideología “delgada” o de orden incompleto, a diferencia de otras ideologías, que distingue en términos morales entre pueblo y élites corruptas y puede ser incorporada o complementada con un corpus ideológico más complejo. De ahí que podamos afirmar que existen populismos de izquierda o de derecha. En conclusión, la ligera relación de Finchelstein entre populismo y fascismo es incorrecta y ha sido criticada por Jeffrey Bale y Tamir Bar On. Es más, el mismo Roger Eatwell menciona que para que el populismo se transforme en fascismo requiere de la inclusión de un paquete ideológico muchísimo más amplio y no solo compartir la forma. Se trataría de una transformación de fondo.

Por otro lado, Tanaka es consciente de que el trabajo de Finchelstein puede ser mejorable. Pero coincide con él en cuanto a lo que serían actitudes fascistas: 1. Violencia y militarización de la política; 2. Uso de mentiras, mitos y propaganda; 3. Xenofobia; y 4. Régimen dictatorial. Pero, ¿son estos rasgos exclusivos del fascismo? No. La violencia y militarización de la política ha estado presente también en múltiples partidos y gobiernos autodenominados comunistas o socialistas. Es más, son los comunistas los que inicialmente hicieron de la política una lucha violenta. Lo mismo ocurre con la propaganda y los mitos, ambos fácilmente distinguibles en la China de Mao y las actuales Corea del Norte e Irán, regímenes que no son fascistas. La xenofobia tampoco ha sido una práctica únicamente fascista, ha estado presente en muchos grupos y asociaciones humanas (basta recordar las diferentes políticas de exclusión en el Imperio romano, la persecución de judíos y comunidades reformistas cristianas durante la Edad Media, el rechazo a minorías étnicas en la China Imperial, entre muchos tantos conflictos étnicos en África y Oriente medio). Finalmente, dictaduras ha habido de derecha e izquierda. 

Si se afirma que ningún gobierno ha cumplido con los cuatros rasgos sin ser fascista, esto también es falso. Recordemos el gobierno de Teodor Zhivkov en la República Popular de Bulgaria de afiliación comunista. Este gobierno usó la violencia política a través del Comité de Seguridad del Estado, su policía secreta, para perseguir a los críticos del régimen, creó un aparato propagandístico anti-occidental, persiguió y expulsó a los turcos del país y fue claramente una dictadura. En tono similar, la República Socialista de Rumania, bajo la dirección de Nicolae Ceaușescu y su Securitate que no dudaron en recurrir a propaganda y falsedades para acusar a los húngaros de ser “caballos de troya” del imperialismo para reclamar posesión sobre Transilvania y así justificar políticas de represión a los húngaros en Rumanía. No desinformemos: la violencia, la mentira y las dictaduras no son exclusivas del fascismo.

 

Parte 2. Compromiso contra el fascismo

En la segunda parte, Tanaka recalca la iniciativa de un grupo de académicos por firmar una carta de compromiso de lucha contra el fascismo y contra el “fascismo en todas sus formas” ¿Qué significa esto? Al parecer, no se refiere a las variaciones ideológicas que puede experimentar el fascismo (como se podría distinguir entre nacionalsocialismo de rexismo, por ejemplo). Por las características enlistadas en la carta y citadas en su columna, se emplea el término fascismo para englobar todo tipo de ideologías contrarias o críticas del globalismo, los derechos humanos, la democracia y los valores progresistas. Así, ignora que para muchos de estos movimientos existen denominaciones más precisas, como el etnonacionalismo, nacionalpopulismo, derecha alternativa, derecha radical, conservadurismo, populismo radical, iliberalismo, etnoliberales, entre otras. Denominar a todos estos agentes como fascistas por criticar al progresismo es idéntico a decir: “todo lo que no me gusta debe ser fascista”. Seguimos ante la obsesión de igualar fascismo a cualquier crítica del sistema liberal imperante. Este es un grave problema que hemos denunciado como una tendencia a ver fascismo por doquier. No digo que la columna de Martín Tanaka no pueda tener algún sesgo político, al final de cuentas es una columna de opinión, pero sugerir de forma tan ligera que cualquier crítica al progresismo es fascista es instrumentalizar la academia para hacer propaganda política y desfigurar la realidad. 

 

Parte 3. El fascismo como amenaza contemporánea

Quizás habría que precisar. El fascismo, como una ideología política fundamentada en la irracionalidad, siempre será una amenaza. El problema es cuál es el grado de dicha amenaza. Más allá de los intentos de movimientos de masas, como Núcleo Nacional, Patriot Front o el desaparecido Amanecer Dorado, el ecosistema fascista actual no pasa de ser un conjunto de células marginales, al menos en el plano político organizado. En cuanto al factor cultural, sí es cierto que el imaginario fascista ha permeado en redes sociales, espacios de divulgación y alrededor de propuestas intelectuales, como Arktos Media, la Nueva Derecha Francesa, Terre et Peuple o Counter-Currents. En Perú también hay un ecosistema digital que promueve el fascismo cultural, mas no el político (Vanguardia Peruana, Haz del Perú). En el plano cultural el fascismo está resurgiendo, pero coincido con académicos como Jeffrey Bale, Tamir Bar On, Roger Griffin o Stanley Payne que políticamente el fascismo no es una amenaza. Al menos no una comparable al terrorismo islámico, la competencia nacionalista o las guerras religiosas. A este temor infundado y sobredimensionado, Bar-On lo ha llamado “Brown Scare”.

Para Tanaka el fascismo sería (1) un extremismo que apuesta por el autoritarismo antes que la democracia, que (2) cuestiona el liberalismo, el pluralismo y el respeto a las instituciones. (3) Una ideología que posee una forma “salvífica” de la práctica política, un sentido de misión, oposición a grupos que percibe como enemigos, además de (4) “lógicas dicotómicas como en los populismos, pero más articuladas; en Europa y Estados Unidos el ultranacionalismo y la xenofobia suelen ser elementos claves; en América Latina, la tradición fascista se alimenta del nacionalismo, del corporativismo y concepciones hispanistas y católicas conservadoras.” Termina sentenciando que: “En nuestro país, el referente más cercano al riesgo de pasar de un populismo de derecha radical a posturas abiertamente fascistas se encarna en el alcalde de Lima, Rafael López Aliaga.” 

Vayamos por partes. (1), (2) y (3) son características que podemos hallar en múltiples ideologías y proyectos políticos distintos al fascismo. Con respecto a (4), este punto sí sería distintivo del fascismo, pero incompleto. En las últimas décadas en los estudios del fascismo existe cierto consenso sobre el mínimo fascista (características que posee toda agrupación fascista). Estas son: apelar a una nación mítica (ultranacionalismo), la creencia de que dicha ultranación está en peligro, proponer su palingenesia o resurgimiento, llamados a una captura política total, y una visión modernista del pasado mítico [Roger Griffin]. Evaluemos las ideas de Rafael López Aliaga (RLA) brevemente. 

RLA promueve una línea social cristiana. Es cierto que el cristianismo es una doctrina palingenésica en su fundamentación. El retorno prometido de Cristo y la instauración del paraíso en la tierra es la redención de un pasado (supuestamente el Edén) en un nuevo tiempo. Pero no basta con proponer un proyecto palingenésico para ser fascista. La combinación mínima incluye la palingenesia ultranacionalista. Por lo que, ¿Existe algún componente mítico en la configuración de nación propuesta por RLA? No, su discurso ni siquiera posee un enfoque nacionalista, menos apela a una nación mítica que percibe bajo amenaza. Lo que postula es que el cristianismo como forma de comprender la realidad estaría siendo asediado por las políticas progresistas de izquierda. 

RLA tampoco tiene un discurso modernista. El cristianismo es compatible con el conservadurismo y este es un rechazo a las reformas racionalizadas de la modernidad. Su tipo de conservadurismo calzaría mejor con el conservadurismo postmoderno como es descrito por Matthew MacManus. Es decir, una forma renovada de conservadurismo que se ha adaptado a las exigencias y estrategias de la postmodernidad y de la sociedad neoliberal y que procura situar su agenda en el campo político una vez más. 

Es parcialmente cierto lo que comenta Tanaka con respecto a la tradición fascista en Latinoamérica. Tuvo vínculos con el cristianismo y el corporativismo, pero ninguno de los dos es necesariamente fascista. En Perú la tradición corporativista tuvo al menos cuatro expresiones: la católica, la fascista, la funcional y la militar. La primera incluye una variante fascista que intentó combinarlas, ese es el trabajo de Raúl Ferrero Rebagliati, pero como comenta el mismo Jeffrey Klaiber (2000)(investigador de la política de la Iglesia Católica en Perú), esta no fue exitosa en su época. Mayor relevancia tuvo la propuesta cristiana de Víctor Andrés Belaunde, quien no fue un autor fascista. Aún así, la política católica de las décadas que le siguieron a los años treinta optó por una vía social distinta a la explorada por estos autores. 

Cuando se evalúa el discurso de RLA, no hay rastro de ser fascista. Si Tanaka acepta la tesis de Finchelstein de que el populismo puede convertirse en fascismo, tendría que aceptar que dicho populismo requiere de una transformación ideológica tremenda, como Eatwell ha evaluado. Algo que no parece que vaya ocurrir con el discurso de RLA. Si Tanaka persiste en su clasificación de RLA como potencial fascista solo por sus ideas críticas del progresismo hegemónico, entonces se trata de una forma errada de describir el fascismo. Bajo esa lógica fascismo es idéntico a cualquier crítica del orden liberal, provenga de donde provenga. Esta definición sería tramposa, pues de antemano asigna cierta carga de valor negativa a todo aquello que contravenga las ideas progresistas. 

En Perú el peligro fascista existe y es el etnocacerismo, no Renovación Popular. Antauro Humala ha desarrollado un corpus ideológico bastante original que cumple con todas las características del fascismo. Aunque sigue intentando postular a algún cargo político, su partido y sus pretensiones presidenciales han sido hábilmente bloqueadas para bien de todos. 

Luego de estas líneas, sería bueno que la intelligentsia local haga bien su tarea y deje de llamar fascista a todo lo que no les agrade.

Piero Gayozzo
24 de septiembre del 2025

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